La nueva era digital que se dibuja en la actualidad está transformando la forma de consumir la seguridad y cómo este cambio conlleva cambios en la política de seguridad de las organizaciones (acceso y consumo de servicios y aplicaciones), así como en la relación con el ecosistema de proveedores.

Una de las principales consecuencias del COVID-19 ha sido la de acelerar los cambios en la estrategia de TI de las organizaciones como lo reconocen el 90% de las empresas consultadas por IDC. De ellas, el 30% afirma que realizará un movimiento más agresivo a la nube y un 26% de ellas invertirá en soluciones de gestión de la seguridad de nube pública. 

En este escenario, ya no es suficiente con responder de manera rápida y ágil a las amenazas de seguridad que emergen a diario. Se requiere un cambio de enfoque proactivo que de manera aproveche metodologías, repositorios y procesos destinados a la inteligencia, y los aplique en el contexto de la seguridad, elevando al siguiente nivel el concepto de ciberinteligencia, y dotando a la organización del conocimiento y la capacidad de conocer y responder de manera anticipada a posibles amenazas que pueda sufrir la organización.